sábado, 13 de septiembre de 2014

Habitantes de la periferia pasan trabajo en colas de terminales

Gisela Rodríguez Verasmendis. Mi gente de la periferia (Guarenas, Guatire y Valles del Tuy) sufre día a día el hecho de trabajar en Caracas y vivir en las llamadas ciudades dormitorios. Los terminales y las unidades de transporte no se dan abasto para trasladar a la gran cantidad de personas que viajan diariamente.
Era lunes. hora: 6pm. Lugar: terminal de Los Cortijos con parada para Guarenas-Guatire.Unas 70 personas esperan el bus. Por lo menos 2 autobuses de los grandes tendrían que llegar para poder partir hacia la casa. Si llegaban de las de 12 puertas estaba perdida.
Llovió y siguió llegando gente. De las camionetas, ni esperanza. La cola de pasajeros se perdía de vista. Los tostones y los refrescos calmaban el hambre y la sed. Llega un hombre moreno, estatura mediana con una barriga sobresaliente. Al ver lo que le esperaba salió y luego regresó con un combo de pollo y refresco para llegar a su casa con la comida lista.
Dos horas y media después, pude abordar una camioneta. Me siento, estiro los pies y me relajo. Los asientos todos ocupados, y comienzan a entrar los "valientes" que se van de pie, sin saber las horas que tendrán que pasar para llegar a su casa. Entre ellos, el señor de la barriga sobresaliente y el combo de pollo. Arrancó el carro, el hambre acecha y de pronto un olor a comida nos atormenta. ¡Qué bárbaro! De pie, agarrado de un tubo, el señor empezó a morder sus piezas de pollo con un gusto que daba envidia. Así, como él, muchísima gente pasa parte importante de su vida en largas colas para subir a una camionetica y luego para poder llegar a su casa sorteando los obstáculos en las autopistas y vías de la ciudad. Asi vive mi gente de las periferias.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Museo de los niños: anclado en el tiempo

Gisela Rodríguez Verasmendis. Recientemente realicé una visita al Museo de los Niños en Parque Central. Tenía  más de tres años sin ir y pareciera que se quedó anclado en el tiempo.
Es un paseo hermoso, lleno de aprendizaje y aventuras para niños y adultos, pero creo que es necesario hacerle un cariñito y hacerle una actualización tecnológica.
Más de una hora debe pasar cada visitante en la cola para poder adquirir su boleto de entrada. Hay dos cajas, pero solo una tiene punto para pagar. La otra solo acepta efectivo. Por ahí, una primera traba. Por otro lado, el sistema de venta de entradas no está automatizado. Los chicos que trabajan ahí tienen que llenar manualmente un formulario o factura con los datos del usuario y el paquete o "combo" de paseo que está adquiriendo. Esto hace lento el proceso.
Una vez adentro, los niños se divierten y aprenden, pero nos percatamos que los filtros no sirven y los baños no están en las mejores condiciones. A la hora de comer, nos encontramos con el mismo cafetin de toda la vida, sin ningún remozamiento ni variedad en el menú, y con un sistema de pago similar al de la entrada. La cola es obvia.
La molécula, una de las atracciones que a mi particularmente me gusta mucho por lo interesante del aprendizaje, se mantiene cerrada.
Las actividades en todos los pisos son sumamente interesantes y educativas. A veces el día no alcanza para el recorrido. El Planetario, el viaje a la luna, el show de la electricidad, el cine, el viaje por un país maravilloso, la sala distorsionada, los espejos "mágicos" o "locos",  son parte de esta aventura.
Después de este recorrido, mi llamado es para que  se haga una inversión de recursos en el Museo de los Niños, no solo para mantenerlo, sino para mejorarlo e incluso incorprar actividades nuevas.  La falta de inversión lo mantiene anclado en el tiempo y arriesgandose a un deterioro progresivo. ¡¡Mi gente, valoremos lo que tenemos!!